En la vida podemos pasar por diversas circunstancias que nos hacen perder piezas dentales, como lo son los traumatismos accidentales, que terminan con quebraduras o caídas de dientes, o enfermedades dentales, como lo son las caries o la periodontitis (enfermedad en la que el sarro y la placa se acumulan en la base de un diente, provocando inflamación o infección). Sea cual sea la causa, perder un diente es algo que impacta nuestra calidad de vida. Puede ser que hayas perdido un diente delantero, lo cual afecta la forma de relacionarte con la sociedad. O puede que hayas perdido un molar, piezas importantísimas para poder alimentarnos de forma correcta y funcional.

 

Hace años se ha venido desarrollando la tecnología de los implantes dentales, que ha revolucionado el área de la odontología y ha permitido a muchísimas personas el poder recuperar piezas dentales.

Hoy te contamos que puedes rehabilitar una pieza perdida hace varios años, tomando en cuenta algunos aspectos.

La boca sufre un cambio importante al perder un diente. Superficialmente no notaremos grandes cambios más allá de la evidente ausencia del diente en sí, pero por debajo de las encías el hueso ha dejado de tener la estimulación constante que tenía a través del ejercicio de masticación de los alimentos, lo cual a medida que pasan los años irá haciendo que el hueso mandibular se vaya retrayendo poco a poco. Es por esto que generalmente al ver personas que carecen de gran parte de su dentadura vemos sus labios retraídos y las mandíbulas disminuidas.

 

Al momento de instalar un implante dental es esencial que el hueso maxilar tenga una altura y densidad adecuadas para que el implante sea atornillado y quede firme al hueso. Por eso, si tomamos en cuenta el paso del tiempo, lo más probable es que después de 10 años de haber perdido una pieza dental el hueso se encuentre sumamente retraído y no esté en condiciones de recibir un implante. Es totalmente contraproducente el instalar un implante en un hueso retraído, ya que con el paso del tiempo se soltará y lo más probable es que se caiga. Como solución a esto existen los injertos de hueso.

 

Un injerto de hueso es el método que permitirá aumentar el volumen del hueso maxilar al implantar un pedazo de hueso en la mandíbula, integrándose a ella y haciendo que su tamaño sea óptimo para el implante dental.

De todas maneras, el primer paso de la instalación de un implante dental es el diagnóstico de tu dentista, por lo que él determinará cuáles son las condiciones en las que está tu estructura ósea de la boca y decidirá cuáles son los pasos para seguir para que tu implante dental sea un éxito.

 

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