El procedimiento de instalación de un implante dental consiste en una cirugía ambulatoria, en donde se utiliza anestesia local para controlar el dolor. La instalación consiste en atornillar el implante en el hueso maxilar del paciente, para luego pasar por un período de recuperación de la encía y, finalmente, colocar la corona, lo cual deja la pieza funcional por muchísimos años (de 15 a 25 años), convirtiéndose en la mejor opción para recuperar una pieza dental. 

 

El hecho de que sea una cirugía implica ciertos riesgos comunes a toda intervención de este tipo. Entre ellos podemos encontrar el riesgo de infecciones, por lo que el dentista y su equipo procuran ocupar instrumentos esterilizados y completamente aptos. Además, tu dentista te recetará los medicamentos analgésicos y antibióticos necesarios para evitar cualquier complicación relacionada a infecciones. 

Por otra parte, es importante que sigas los cuidados post operatorios indicados por el especialista para reducir el riesgo de infección, los cuales incluyen una higiene bucal adecuada para cuidar las encías y ciertos hábitos saludables, como no fumar.

 

Inmediatamente después de la instalación del implante se pueden presentar ciertas situaciones que implican riesgo, como lo es el sangrado. Si es un sangrado leve que dura poco tiempo no hay de qué preocuparse. Generalmente disminuye para dar paso a la cicatrización, pero si aumenta o no se detiene debes consultar con tu dentista.

 

Otro de los riesgos comunes es que el implante sea rechazado, pero sin presentar mayores complicaciones. Para conocer el éxito del implante se deben esperar al menos 3 semanas desde la intervención. La caída del implante puede deberse a la ausencia de una correcta evaluación previa para conocer el estado de los soportes que tendrá en el futuro (hueso).

También los nervios pueden ser afectados en la instalación del implante, sumando ciertos efectos a los esperados, como lo son el dolor, entumecimiento y hormigueo de los dientes, lengua, labios, encías o mejillas. Esto se produce por haber golpeado o atornillado el implante muy cerca del nervio principal de la mandíbula inferior.

 

Ya que conocemos un poco más sobre los riesgos de un implante dental, cabe preguntarnos si vale la pena correr el riesgo. Y nuestra respuesta es sí. 

Los implantes dentales al día de hoy son la mejor opción para volver a comer bien y aumentar la calidad de vida del paciente. Los riesgos que conlleva su instalación son controlables y raramente se presentan. Lo importante es requerir al dentista una buena evaluación previa al procedimiento y seguir al pie de la letra los cuidados post operatorios. Además, debes acudir a los controles que te recomiende el especialista para ir supervisando periódicamente la correcta sanación del implante.

 

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¡Anímate y recupera esa sonrisa!